Era el mayor de ocho hermanos de una familia pobre, en un circo más pobre aún. De pequeño aprendió el oficio de faquir, no por interés artístico, sino como una forma de entrenar su mente para aguantar el hambre y no sufrir tanto a la hora de ceder a sus hermanos menores la poca comida disponible. Logró desarrollar un control mental impresionante. Sin embargo, quienes lo conocen bien, dicen que, cuando lo vence el hambre, el faquir puede comerse hasta cinco platos, siete cucharas y tres tenedores.